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El discurso del terruño del Marco tiene siglos de historia, sin embargo, a lo largo de los años ha sufrido vaivenes que siempre terminan en centrar la comunicación en lo que sucede dentro de la bodega, y no tanto en la viña. Por suerte, algo se mueve en Jerez. De hecho, algo se lleva moviendo durante varios años. Hay una nueva generación de jerezanos y sanluqueños, liderados por Willy Pérez y Ramiro Ibáñez, que identifican el jerez como un estilo mucho más allá de un vino hecho puramente en la bodega.

Juan Jurado pertenece a la nuevísima hornada de jóvenes que ven en los vinos del Marco un futuro alejado de los estilos clásicos de vinos generosos. Después de vivir alejado de su Andalucía natal durante muchos años (de Sitges a Australia pasando por Londres), tiempo que dedicó a formarse en el mundo del vino y la sumillería, decidió volver a sus orígenes para empezar un proyecto de vinos honestos que reflejen la diversidad del Marco de Jerez más allá de Finos y Olorosos.

En 2022 usó todos sus ahorros para comprar una pequeña viña en el pago de Miraflores de Sanlúcar, además de una prensa, despalilladora, botas y tinajas con lo que elaborar su primera añada. Así nació Agrícola Calcárea, un proyecto de vinos honestos, usando la mínima (pero suficiente) intervención para reflejar las particularidades de cada viña a través de las variedades clásicas y ancestrales del marco.

Su carta de presentación es Sin Bulla, un Palomino del pago de Miraflores, del clon antiguo Listán, en el que los rendimientos están contenidos y se evitan sobreproducciones que llevan a una inevitable dilución. Después de una maceración de cinco horas con las pieles, el mosto se prensa y fermenta en una bota de Manzanilla, donde permanece durante unos 7 meses con muy poca influencia del velo de flor.

Arrinconao es un Moscatel seco de Chipiona, que fermenta con sus propias pieles en una tinaja de arcilla, donde reposa durante 7 meses después del prensado.