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Carlos y Juanjo Cerdán son irritantemente jóvenes. Demasiado. Casi imposible si se tiene en cuenta el bagaje que atesoran de vinos catados, regiones vitícolas visitadas y, sobre todo, el nivel de calidad de los vinos que están produciendo. Esta madurez normalmente se adquiere en edades más avanzadas, con decenas de vendimias a las espaldas y con innumerables errores de los que aprender. Carlos y Juanjo, aunque lleven ya más de 10 años totalmente involucrados en la bodega familiar, apenas rozan la treintena.  

La bodega en cuestión es Bodegas Cerrón, pero tienen las cosas tan claras que decidieron lanzar una gama paralela donde plasmar su visión de vinos finos Mediterráneos en una zona extrema como Jumilla. Stratum Wines está centrada en embotellar viñas viejas cercanas al pueblo de Fuente Álamo en Albacete, todas en Pie Franco – los suelos arenosos de la zona impiden la proliferación de la filoxera.

La forma de trabajo es ejemplar pero necesaria si se persigue la excelencia. Son una familia totalmente comprometida con su paisaje y, consecuentemente, promueven el la agricultura de secano, el policultivo y la biodiversidad, tanto vegetal como animal. Obtuvieron la certificación de cultivo ecológico en los años 90, una época poco receptiva a tales compromisos con el medio ambiente, y hoy en día también están certificados por Demeter en agricultura biodinámica. Además, tienen un rebaño de cabras del que elaboran quesos artesanos.

En bodega, han evolucionado durante los últimos años hasta encontrar la forma de trabajar más adecuada a su zona. Las barricas de tamaño bordelés han ido, progresivamente, cediendo el paso a tamaños más grandes resultando en patrones de elaboración más reductivos y, por ende, en reducciones en el uso del sulfuroso durante la elaboración y crianza de los vinos. Además, han incorporado, con gran éxito, el uso de tinajas de barro en la fermentación de su blanco icónico, El Cerrico, un monovarietal de Airén de una parcela centenaria de media hectárea. Un blanco del sur que mira al norte.

Sus tintos se mueven entre el perfil fresco, fluido y desenfadado del Matas Altas, hasta la seriedad, presencia y clase de La Calera del Escaramujo, su tinto de más alta gama, fruto de otra pequeñísima parcela centenaria de la que sacan un rendimiento minúsculo. Entre los dos extremos encontramos La Servil y Los Yesares, otros dos vinos profundos, de textura calcárea y tanino fino. Cuatro vinos hechos de viña vieja, sin injertar, principalmente de uva Monastrell pero en la que conviven otras como Rojal, Moravia Agria, Blanquilla, Bobal o Forcallat. Vinos inequívocamente Mediterráneos.