Hay proyectos de los que uno se enamora al conocer a las personas que los fundan. Si además cuentan con viñedos de gran valora en la Sonsierra Riojana y las ideas claras en cuanto a unos vinos respetuosos con sus orígenes, estamos ante una receta ganadora.
José Gil, oriundo de San Vicente de la Sonsierra, decidió unirse a la bodega familiar una vez acabados sus estudios de enología. Trabajando con su abuelo, aprendió las labores tradicionales de la viña que le abrieron los ojos sobre los vinos tradicionales de Rioja. Unido esto a su pasión por las zonas clásicas europeas, decidió dar a conocer la grandísima variedad de terruños que atesora la localidad de San Vicente. En 2011 compró un calado (cueva subterránea usada para la crianza de vinos) en la zona más alta del pueblo, y en 2013 comenzó a elaborar sus primeros vinos. Pero no fue hasta la magnífica añada 2016 cuando sus vinos vieron por primera vez la luz, un debut en el que presentó su vino de pueblo de San Vicente y dos parcelas. A estos, se han añadido en añadas posteriores un vino de pueblo de Labastida, un parcelario más y un blanco que saldrá al mercado cuando esté en su punto álgido.
Hoy en día, José junto con su pareja Vicky trabajan unas 8ha de viñedo en la Sonsierra Riojana, un trabajo de vigneron pulcro y esmerado. Las parcelas cultivadas en vaso y en suelos de gran complejidad (limos y arcillas rocosas con un gran porcentaje de carbonato cálcico) se trabajan manualmente y con gran esmero.
Los vinos de pueblo de San Vicente y Labastida, mezclas de Tempranillo con Garnacha y un pequeño porcentaje de variedades blancas como Garnacha Blanca, Viura o Palomino, están totalmente despalillados y fermentados en cemento. La crianza se realiza en el mismo depósito de hormigón y en barricas de 300 y 500 litros en el calado del castillo de San Vicente, a baja temperatura para un afinado lento y progresivo, sin prisa.
La Canoca proviene de un viñedo plantado a principios de los años 70 en el paraje que le da nombre, a 540 metros de altitud, en suelos de limo y caliza y rodeado de hierbas aromáticas como hinojo, tomillo o romero. Las uvas de Tempranillo y Viura se despalillan y fermentan en barricas abiertas, tras lo cual se cría en una barrica de 500 litros en el mismo calado.
El Bardallo es una viña de Tempranillo y Viura, a 515m, de orientación noreste y suelo calcáreo. La elaboración es idéntica a La Canoca, queriendo dar protagonismo a las diferencias entre ambas parcelas.
La Cóncova proviene de una viña de edades edades comprendidas entre los 6 y los 130 años de edad, a una altitud de 610 m, en un suelo arenoso asentado sobre roca arenisca con vetas de carbonato cálcico. Aquí la mayor diferencia es un porcentaje importante de Garnacha que complementa al Tempranillo, la Viura y la Garnacha Blanca. De esta parcela se pueden llenar, en años normales, dos barricas de 500 litros, resultando en unas 1200 botellas.